Cuando nos puede la vocación profesional, por desgracia puede salir muy caro. Y mucho más cuando apremia la necesidad económica.
A través de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) leo que una periodista, Azahara Cano (@azazu84 en Twitter), y la misma APM están en el punto de mira por haber denunciado las condiciones en las que se quería contratar la colaboración de la redactora: 0’75 céntimos por artículo.
No voy a mencionar la empresa. Ya se ha hablado de ella mucho estos días, aunque aquí es cuando hay que recordar que ser trending topic (TT) en Twitter no siempre es bueno, ¿verdad? Pues lo fue bajo el hashtag #gratisnotrabajo, además de la repercusión que tuvo en todos los medios. Ahí es nada.
Por supuesto, queda de manifiesto mi apoyo a la periodista y a la asociación, que por fin despierta ante injusticias realmente importantes para la profesión. Últimamente no me veía reconocida en la mayor parte de sus afirmaciones ni sus reivindicaciones, pero hay que reconocer que, con esta actuación y poniendo a disposición de Azahara su departamento jurídico, me han ganado.
Por desgracia, la realidad que denunció la periodista en un grupo de Linkedin especializado en comunicación se repite en muchos ámbitos y cada vez más. Y si ya juntamos la escasa valoración que algunas empresas prestan hacia los servicios en Internet con la enorme cantidad de desempleados del mundo del periodismo y la pobre jurisprudencia al respecto… ya tenemos el pack completo.
Esto me retrotrae a mi época de becaria (años ha). Reconozco que trabajé gratis o por muy poco dinero. Era tal la necesidad de querer aprender que antepones tus ganas al daño que se hace al sector. Por otra parte, confieso que me sirvió de mucho, incluso más que algunas asignaturas de la Facultad de Periodismo.
Incluso años después, he aceptado sueldos ínfimos porque quería seguir siendo periodista, hasta que la penosa situación económica te obliga a reflexionar sobre las tonterías que haces por desempeñar un trabajo del que la empresa se aprovecha. Porque somos muchos los que nos dedicamos a lo mismo. Porque si te niegas, será otro quien ocupe tu lugar. Porque es vocacional. Porque no se podía hacer nada al respecto. Porque no me sentía defendida por ninguna asociación. ¿Os suena, verdad?
Por eso, no es justificable en ningún caso que se permitan situaciones abusivas, porque entonces es cuando la misma profesión nos lleva a acabar con las bases de cualquier empleo digno. Yo entono mi mea culpa particular y alabo la actitud valiente de quien no acata y se manifiesta en contra de ello.
Muy bien hecho, Azahara.
Cosas mías 