El nuevo periodismo y «Los tres cerditos»

1 Mar

Había una vez, un sector, el de la prensa en papel, que se resistía a cambiar. Él, que había sido el cuarto poder durante décadas e incluso siglos, pensaba que nadie podría bajarle de su escalón. El número uno. El director de la orquesta del mundo. Sin batuta. Solo a golpe de tecla y flash (el de la cámara de fotos).

Durante mucho tiempo, así fue. Justamente. Eran los grandes contenedores de noticias, con una información cuidada gráficamente y, sobre todo, explicada al detalle en artículos y reportajes que impulsaron a muchos (y no miro a nadie) a querer seguir sus pasos y convertirse en periodistas. El reportero, esa profesión defensora de los principios fundamentales de las personas, abanderada de la libertad de expresión, luchadora por los derechos y denunciante de la injusticias (esto no forma parte de cuento; fue una realidad, de verdad).

Pero su reinado empezó a decaer cuando sus objetivos pasaron a ser puramente empresariales, siguiendo líneas editoriales indefendibles (véase la portada del periódico ABC de hoy –me niego a enlazarles–). La información sesgada y dirigida empezó a no gustar en un momento en el que sus lectores, cansados de no poder hacerse oír, sustituyeron sus vías de información por Internet (glups, hemos mentado al diablo…). Y las redes sociales y el microblogging, nueva plataforma de comunicación en tiempo real, se alzaron como la nueva radio.

Y mal, catastrófico, espeluznante, dicen los dinosarios del periodismo. Internet es el demonio. Bla, bla, bla…

Pero, entonces, un medio centenario y tradicional, de 1821, The Guardian, se toma la molestia de conocer el medio, de respetarlo, de aprovechar las herramientas tecnológicas puestas al alcance de todos para crecer como periódico, para sorprendernos en su capacidad de innovar en la comunicación. En definitiva, para recuperar el espíritu que hace del periodismo lo que fue en su nacimiento: el altavoz de todos.

He aquí la muestra de su open journalism, contado en versión «Los tres cerditos», vídeo que pude disfrutar anoche gracias a Jorge Madrid. Pero se merecía un post, no era suficiente con compartirlo en Facebook.

Para quitarse el sombrero. Gracias, mentores. Es toda una lección de buen periodismo.

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